Hoy tenemos a Ikea como un paradigma de la innovación. Cuando preguntas a un grupo de directivos a qué se dedica esta megaconocida compañía, hay clara unanimidad al respecto: muebles.
Si a este mismo grupo de directivos les preguntamos en qué año se fundó, muy pocos lo saben…1943. ¿Quién lo diría, no? Con lo moderna que parece.
Y en nuestras memorias intuitivas nos dejaríamos torturar (simbólicamente, claro) negando ante quién nos hiciera afirmar que no siempre se han dedicado a los muebles.
Y nos habríamos dejado torturar en balde, pues antes de dedicarse a los muebles se dedicaron a los bolígrafos, las carteras, los marcos para fotos, los tapetes para mesas, los relojes, las joyas y las medias de nylon.
Sí, se reinventaron unas cuantas veces.
La capacidad de reinventarse sacando provecho de las ideas que no funcionan como se espera y reconduciendo nuestra ventaja competitiva (todos la tenemos) hacia una nueva actividad: ¡esa es una de las clave de la innovación!
Como dice el dicho: “Se tiene que apretar pero no ahogar.» ¿O no era bien bien así?
Fran Chuán